Bolivia vivió momentos de tensión política tras la irrupción violenta de un grupo de militares en el Palacio Quemado, sede del Gobierno en La Paz. El presidente, Luis Arce, convocó a la población a movilizarse contra el intento de golpe de Estado. Tras controlar la sublevación, nombró un nuevo responsable de las Fuerzas Armadas y ordenó a los uniformados regresar a los cuarteles. Se detuvo al exjefe del Ejército, Juan José Zúñiga, destituido por su postura contra un posible regreso de Evo Morales al poder.
La asonada fue condenada por diversos sectores políticos y la comunidad internacional. Arce llamó a mantener la calma y la unidad del país. La crisis se desarrolla en medio de una crisis económica y protestas sociales, exacerbadas por la escasez de dólares y combustibles. La Central Obrera Boliviana convocó a una huelga general contra los golpistas.
La oposición se unió en apoyo al Gobierno contra el intento de golpe de Estado. Figuras como Luis Fernando Camacho y Carlos Mesa respaldaron la democracia y la legalidad del mandato presidencial. La tensión se ha reflejado en enfrentamientos en las calles y manifestaciones en rechazo a la intervención militar. La situación sigue evolucionando mientras se busca restaurar la estabilidad política en Bolivia.