Argentina sabe de finales peleadas, agónicas. Tanto en el triunfo como en la derrota, pero la Argentina de Lionel Scaloni solo sabe ganar. Y esta vez triunfó haciendo valer su dominio en el fútbol en la última década, cerrando —quizá— una era histórica con jugadores legendarios y repitiendo un campeonato con el favoritismo intacto y la seguridad del campeón. La selección derrotó 1-0 a Colombia en tiempo de alargue y confirma que su poder no es un asunto pasajero: es el mejor equipo del mundo.
La albiceleste llegaba a la final con la tranquilidad de un torneo en que no había tenido la misma exigencia de su rival este domingo por cuenta de las llaves que le tocaron. Llegó incluso con la confianza de la recuperación de Lionel Messi, el líder histórico de una generación que se permite llorar de la felicidad y también de la tristeza. Colombia, que había sido el equipo de mejor fútbol durante la competencia, se enfrentaba a un seleccionado que ya sabía ganar en finales.
Fue un partido muy disputado, en cuya primera parte Colombia tuvo buenas opciones y control del juego. En la segunda parte los papeles cambiaron y Argentina dominó. Incluso tras la salida prematura de Messi, lesionado en su tobillo derecho, resentido por un golpe en la primera parte, la Scaloneta se tomó el papel de favorito: presionó y generó mejores oportunidades.
Los arcos se mantuvieron en cero y llegó el alargue: el único partido de esta Copa América con tiempos extra. Colombia recuperó la forma en el primero de esos tiempos, pero Argentina remató el partido con un buen gol al minuto 112 de Lautaro Martínez. La contundencia y efectividad del Toro fueron infalibles. Colombia descuidó sus líneas y el delantero no perdonó.
Y es que Argentina, este equipo, la Scaloneta, sabe ganar finales. Atrás quedaron las perdidas contra Alemania en el Mundial 2014 en alargue y contra Chile en Copa América de 2015 y 2016 por penaltis. Desde que Argentina eliminó a Colombia en semifinales de la Copa América 2021, todo es júbilo: Emiliano “Dibu” Martínez es el héroe completo —este domingo fue también decisivo con sus atajadas— y el equipo se consolida como la generación dorada comandada por Lionel Messi.
Uno que se despide es Ángel Di María, quien declaró antes de la final que sería su último torneo con la selección. No pudo pedir un mejor final para una carrera llena de éxitos con su país. El Fideo esta vez no marcó como lo había hecho en las finales de la Copa América pasada contra Brasil, la Finalissima contra Italia y del Mundial contra Francia, pero se despide por lo alto, con el orgullo de ser uno de los mejores de la historia de Argentina y al lado del que es para muchos el mejor de la historia.
Ese, el mejor, Messi, salió de la cancha al minuto 66 y en el banquillo se le vio llorando, con su tobillo inflamado. Pero esas lágrimas son solo la señal de la pasión de un veterano que alguna vez fue niño y decidió jugar con Argentina y que a pesar de muchos golpes persistió y lo ha ganado todo en el fútbol. Tanto, que se da el lujo de repetir título.
Algunos criticaron que Argentina había tenido un camino fácil a la final. No se enfrentó a Uruguay ni a Brasil. Lo cierto es que venció en la final al equipo que había superado a esas otras selecciones y la albiceleste no dejó dudas a pesar de sufrir de más en una final muy extensa. La Scaloneta solo sabe ganar: de los últimos 63 partidos comandados por Scaloni, solo ha perdido dos.
Argentina es bicampeón de América, llega a 16 títulos en este torneo y es ahora el máximo ganador del continente. Con la estrella de campeón del mundo vigente, no hay duda de que el equipo de Scaloni se merece todos los elogios. Supo derrotar a un equipo que lo había hecho todo bien en el torneo (y que venía en una racha invicta histórica) y Argentina lo hizo sin manchas: solo un gol recibió en toda la competencia (el que le marcó Ecuador en cuartos) y ganó la final ante Colombia sin acudir a la suerte de los penales.
Argentina es un megacampeón. La Scaloneta es el mejor equipo del continente, otra vez. Las lágrimas de Messi seguirán siendo de felicidad.