El austríaco contempla cómo empieza a caerse del once del Real Madrid en ciertos momentos mientras Rüdiger cotiza al alza, a la espera de que Militao vuelva a estar disponible.
Desde que Militao cayó gravemente lesionado en verano, con una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda que le tendrá fuera de juego la práctica totalidad del curso (aunque él tiene esperanzas de poder jugar algo y de ir a la Copa América), la plantilla del Real Madrid cuenta con solo tres centrales disponibles: Rüdiger, Alaba y Nacho.
El club blanco renunció a acudir al mercado como sí había hecho tras la lesión de Courtois, confiando en los tres y en las opciones que ofrece la cantera (Marvel, Carrillo, Jacobo…). Y, de primeras, el planteamiento de Ancelotti era con Rüdiger y Alaba como titulares en el once de gala y con Nacho en la recámara. Pero esa realidad empieza a cambiar.
Porque en Cádiz la pareja titular fue la formada por Rüdiger y Nacho, algo que ya sucedió en los dos duelos de Champions frente al Braga, en Portugal y en el Bernabéu. Y en todos esos casos, Alaba estuvo en el banquillo. No significa un cambio de guardia, al menos de momento, pero sí la constatación de que Ancelotti empieza a ver grietas en el rendimiento del austríaco y también necesidad de premiar las enormes prestaciones de Nacho, el primer capitán blanco. Ante el Nápoles todo indica que Alaba volverá al centro de la zaga, pero se ha roto ya un muro invisible, a la espera de lo que está por venir.
Y lo que está por venir es el retorno de Militao, al término de este curso o ya para el próximo. Ancelotti es un técnico por naturaleza muy agradecido con los que le han hecho ganar, y eso incluye a la pareja que forman el brasileño y Alaba, la titular en la conquista del doblete Liga-Champions de la temporada 2021-22. Tanto es así que Carletto prefirió no romper ese binomio el curso pasado, pese a que el club había firmado a Rüdiger, en principio, con la idea de que fuese titular, desplazando a Alaba al lateral izquierdo, una posición en la que se desarrolló durante muchos años en el Bayern, pero que ya prefiere evitar. A sus 31 años, Alaba prefiere evitar las carreras por la banda y ver el fútbol de cara, y Carletto se lo concedió, aunque ello implicase sentar a Rüdiger durante buena parte de la campaña anterior.
Militao y una vacante
Pero Ancelotti o el técnico que venga tras el italiano sabe que el futuro del Madrid es Militao, con sus 25 años, y que la si regresa al nivel al que estaba cuando se lesionó, es pieza fija de la zaga. Cuando eso suceda, quedará una sola vacante, con Alaba y Rüdiger compitiendo por ella (Nacho acaba contrato en junio y en el Madrid ya tienen relevo si no sigue: Rafa Marín, que volverá de su cesión en el Alavés). Y en estos momentos el austríaco está ante el precipicio, pues el rendimiento de Rüdiger y de Nacho compite cara a cara con el suyo, y en varios aspectos es superior.
El austríaco prácticamente iguala en recuperaciones con Nacho (5,4 cada 90 minutos para Alaba, 5,2 para el español; Rüdiger se queda en 3,8), pero entra en muchas menos disputas que el primer capitán (11 en total y 8 ganadas para cada uno… pero Alaba ha jugado más de 200 minutos más). Su mayor deuda, sin duda, está en los balones aéreos: apenas ha disputado 13 este curso, ganando 6; Nacho le mejora (27 y 12) y Rüdiger barre a ambos juntos (54 y 39). Y el mejor trato de balón, la supuesta cualidad diferencial de Alaba, tampoco está luciendo este curso: su porcentaje de pases buenos es del 91%, por un 89% para Rüdiger y un 94% para Nacho.