El actor, guionista y director tuvo, como mínimo, ocho hijos con seis mujeres, se casó dos veces y se acostó con infinidad de amantes, casi siempre cometiendo adulterio. “Tenía una filosofía de coleccionista de trofeos en lo referente a las mujeres”, dijo su biógrafo
Imposible trazar la genealogía sentimental de Clint Eastwood. El actor de “Harry el sucio” cumple hoy 93 años y sigue, en ese plano, con el dedo en el gatillo. Mujeriego insaciable, infiel pertinaz, sus romances no pueden ser enumerados en una planilla de excel; ni siquiera guardan una cronología clara: fueron (¿son?) como círculos tangentes, superpuestos en el tiempo, casi siempre clandestinos. Cierto consenso periodístico establece que tuvo ocho hijos con seis mujeres, dos esposas y decenas de amantes. Descrean de estas cifras como de las encuestas preelectorales. Además, habría que actualizarlas a diario. Patrick McGilligan, biógrafo de Eastwood, declaró que el número de hijos del actor, guionista y realizador nacido en San Francisco el 31 de mayo de 1930 no está claro. Imaginen el de las amantes. Empecemos, entonces, por el único dato constatable: el de sus matrimonios.
Se casó por primera vez en diciembre de 1953, con Margaret Neville Johnson, secretaria en una fábrica de autopartes, a la que había conocido en mayo de ese año en una cita a ciegas en San Francisco. La boda fue en Pasadena; ambos tenían 23 años, todo muy romántico. En febrero de 1954 nació Laurie. ¡Excelente! Bueno…, no tanto, porque era hija de Eastwood pero no de Johnson. Se supone que la concibió con una actriz de un grupo de teatro de Seattle que ya era su amante al conocer a Margaret. En todo caso, la identidad de la madre de la bebé quedó oculta y Laurie fue adoptada por Clyde y Hellen Warren, en Seattle. Faltaba bastante para la primera aparición pública de ella con su padre biológico: fue en 2018, durante en el estreno de “La mula”, una película dirigida y protagonizada por Eastwood, cuyo protagonista es un veterano de Corea que transporta droga e intenta redimirse de la falta de cercanía que tuvo con su familia.
Contra todo pronóstico, Eastwood estuvo 31 años casado con Johnson. Algunos dirán que se trató de un matrimonio abierto; otros, testimonial. Lo cierto es que entre 1959 y 1973 Clint se mantuvo en pareja también con la bailarina y doble de riesgo Roxanne Tunis, con la que en 1964 tuvo un hija, Kimber, que permaneció veinte años en el anonimato y hoy es productora de cine. Otra relación estable de Eastwood durante su primer matrimonio fue con la actriz Sondra Locke, casada a la vez con Gordon Anderson. Clint le dijo a Locke que le asombraba necesitarla y hasta le dedicó la canción “She Made Me Monogamus” (Ella me hizo monógamo), quién sabe si fue una broma o una expresión de deseos. Estuvieron 14 años juntos, pasaron por dos embarazos que terminaron en abortos voluntarios. A finales de los 70, ella se hizo ligar las trompas a pedido de él, que decía no querer más hijos.
Se casó por primera vez en diciembre de 1953, con Margaret Neville Johnson, secretaria en una fábrica de autopartes, a la que había conocido en mayo de ese año en una cita a ciegas en San Francisco (Photo by Joe Shere/Archive Photos/Getty Images)
¿Y Johnson, la esposa de Clint, estaba dibujada? Sí y no. Aunque el dato no indique mucho en el caso de Eastwood, tuvieron dos hijos: Kyle, que iba a ser músico, en 1968, y Alison, futura directora de cine, modelo y diseñadora, en 1972. En 1978, harta, Margaret pidió el divorcio. La Justicia, que además de ciega es lenta y machista, se lo concedió recién en 1984. Él ya era una estrella distante; ella embolsó cerca de 30 millones de dólares. Divorciado, Eastwood siguió en pareja con Locke, quien le propuso separarse y casarse con él, con la condición de que hicieran terapia de pareja. Adivinaron: Clint no aceptó. Ni siquiera lo analizó; al contrario, la complicó más: empezó una aventura con una azafata, Jacelyn Reeves, con la que tuvo dos hijos; Scott, actual actor y productor de cine, en 1986, y Kathryn, hoy actriz y guionista, en 1988.
Locke, la mujer que supuestamente lo había hecho monógamo, recordaría mucho después: “Mi mente todavía estaba buscando alinear todas sus acciones. Durante al menos los últimos cuatro años, Clint había estado viviendo una doble vida, yendo y viniendo entre mí y esta otra mujer con la que tuvo dos hijos. Dos bebés habían nacido durante los últimos tres años de nuestra relación, y no fueron míos”. En aquel 1988, cuando Eastwood estaba con Locke y con Reeves, y tenía a Kathryn, sedujo a la actriz Frances Fisher, a la que había conocido en el rodaje de “Pink Cadillac”. Tuvieron una hija, Francesca (hoy actriz, claro), el 7 de agosto de 1993; por primera vez, Eastwood, de 63 años, presenciaba el nacimiento de uno de sus hijos. Frances pasaría de la euforia pasional y cándida a la amargura retrospectiva. “Simplemente sentí que lo que vivía con Clint era lo máximo. No tenía idea de que todas las mujeres que él conoció probablemente sintieron alguna vez lo mismo”.
El héroe de las mujeres
La vida sexual de Eastwood empezó -según le contó al historiador de cine Richard Schickel- a los 14 años, cuando perdió la virginidad con una vecina mayor de edad. Clint ya era alto -mide más de un metro noventa-, atlético -aunque no tan fanático de hacer deportes como vendería luego-, lacónico -pero entrador cuando lo necesitaba-, viril, misterioso, falsamente humilde: solía decir que provenía de una familia de escasos recursos, cuando en realidad provenía de una familia burguesa. En fin: era, por usar un título de Adolfo Bioy Casares (otro mujeriego voraz, aunque argentino), el héroe de las mujeres.
A los 19 años, por ejemplo, el joven Eastwood tuvo un affaire con una maestra de escuela mayor que él -como la vecina de sus inicios eróticos- que lo acosaba y amenazaba con suicidarse si la dejaba. “Hubo un pequeño error de interpretación acerca de cuán serio era el asunto”, iba a contar Clint, con tonito sobrador. En aquellos años -y los siguientes- sus conquistas fueron masivas y sus finales impiadosos. “Tenía una filosofía de coleccionista de trofeos en lo referente a las mujeres”, escribió McGilligan a finales de los 90, cuando la frase no sonaba tan machirula como ahora.
Pauline Kael, una crítica de cine mordaz, inteligente, valiente, fuera de norma, enemiga íntima del Eastwood actor -él le devolvía los palos-, lo describió en la adultez: “Un santo duro y delgado de un metro noventa y cinco, de ojos azules y cabello desgreñado, con un rostro áspero, arrugado y angustiado que de vez en cuando estalla en una sonrisa traviesa”. El cine no lo mostraba sólo en su faceta de galán duro sino también de galán maduro. ¿O no gastaron toneladas de pañuelos descartables viéndolo en “Los puentes de Madison”, en su papel de fotógrafo que le dice a una mujer casada (Meryl Streep): “No quiero necesitarte, porque no puedo tenerte”. Uf, tan fuerte como el Bogart del final de “Casablanca”.
En abril de 1993, año en que el Eastwood no ficcional tuvo a su hija Francesca con Fisher, poco antes del rodaje de “Los puentes…”, conoció a Dina Ruiz, presentadora de TV, durante una entrevista que ella le hizo. Él estaba por cumplir 63; ella tenía 28. Nadie sabe cuándo tuvieron sexo por primera vez: probablemente al final del programa. Pero se mostraron juntos recién a comienzos de 1995, en un torneo de golf. Y, en enero de 1996, ella anunció que se habían comprometido: se casaron el 31 de marzo. “Estoy orgulloso de hacer de esta dama mi segunda esposa. Ella es la mujer que estaba esperando”, dijo él, a esa altura con poca credibilidad. “El hecho de que yo sea apenas la segunda mujer con que se ha casado realmente me conmueve”, dijo ella, ilusionada con estadísticas que indicaban poco. El 12 de diciembre tuvieron una hija: Morgan (acertaron otra vez: es actriz). Madre e hija terminaron haciendo el reality “Mrs Eastwood & Company”. Clint apareció muy poco.
Su segundo matrimonio duró, como el primero, mucho más de lo esperado, pero tampoco tanto: 17 años. El divorcio fue más previsible: mediático y millonario. Clint tenía 80 años, pero la libido intacta: un verdadero atleta del adulterio. Su siguiente pareja fue Erica Tomlinson-Fisher, 41 años más joven, y esposa de Scott Fisher, amigo cercano de Dina Ruiz, la ex de Clint. Tal vez esto último les resulte vagamente retorcido. Pero el rulo se rizó aun más cuando Dina se puso en pareja con Scott. En resumen, fue casi un intercambio de parejas provocado por Eastwood, cuyo vínculo con Erica -disculpen la obviedad- había empezado cuando todavía estaba casado. Un escándalo más, a la edad en que otros prefieren jugar con sus nietos.
Al año siguiente del divorcio, en febrero de 2015, voraz e inoxidable, Clint fue por más: apareció en la entrega de los Oscar con Christina Sandera, 33 años menor que él, camarera de un restaurante. La chica, al parecer brava, fue acusada por su ex marido, Paul Wainscot, de violenta y alcohólica: de haber destrozado su casa a hachazos y de haberle dado una paliza al grito de: ¿Y dónde está mi gato?, en referencia a una mascota que había muerto unos días antes. Pero esa es otra historia. En los últimos años, Eastwood evitó responder preguntas acerca de su vida íntima. “No sabemos cuántos hijos ha tenido ni con cuántas mujeres”, se sinceró McGilligan en el documental francés “L’album secret de Clint Eastwood”. El dato sigue siendo un misterio y el número, quién sabe, tal vez se esté modificando ahora mismo. La última película que Clint dirigió y protagonizó es de 2021: se llama “Cry Macho”, un título que suena inadecuado para la frenética vida sentimental de Eastwood.