Redacción: The New York Times
Daniel Noboa, el heredero de un imperio de banano de 35 años, ganó la elección presidencial de Ecuador el domingo, en una campaña electoral en la que había mucho en juego y estuvo impulsada por la frustración del electorado de un país afectado por la violencia y una economía en crisis.
Noboa, figura outsider de centroderecha, derrotó a Luisa González, la candidata de la izquierda elegida personalmente por el expresidente Rafael Correa, quien contendió con la promesa de regresar al país al periodo de prosperidad y bajas tasas de homicidios durante el gobierno correísta.
Los resultados de la votación indican un deseo de cambio en un país de más de 17 millones de habitantes en la costa occidental de Sudamérica que ha experimentado un aumento en la violencia de grupos criminales internacionales y pandillas locales, que han transformado Ecuador en un actor clave en el tráfico mundial de las drogas, lo que ha llevado a decenas de miles de ecuatorianos a migrar hacia la frontera entre México y Estados Unidos.
Como buena parte de América Latina, Ecuador ha sufrido un golpe económico importante por la pandemia del coronavirus, y muchas personas han batallado para ganar suficiente dinero para proveer para sus familias. Solo el 34 por ciento de los ecuatorianos tienen un empleo adecuado, según los datos del gobierno.
Noboa, lleva el 52,29 por ciento de los votos, mientras que González lleva el 47,71 por ciento, con más del 93 por ciento de los votos escrutados el domingo en la tarde, de acuerdo con las cifras oficiales.
González aceptó su derrota en un discurso y agradeció a sus seguidores.
“A los que no votaron por nosotros, pues nuestras felicitaciones, porque ha ganado aquel candidato que eligieron y, como ecuatorianos, también abrazarlos”, dijo. “Y, por supuesto, al candidato, ahora presidente electo, Daniel Noboa, nuestras felicitaciones profundas porque es democracia. Nosotros jamás hemos llamado a incendiar una ciudad ni jamás salimos gritando fraude”.
Ecuador había sido un país pacífico en comparación con sus vecinos, en especial Colombia, que por décadas estuvo afectada por la violencia de grupos armados guerrilleros, unidades paramilitares y carteles de las drogas.
Ese panorama cambió en los años recientes, cuando Colombia forjó un acuerdo de paz con el grupo guerrillero, de corte izquierdista, más grande del país, y Ecuador comenzó a estar dominado por la red cada vez más poderosa del narcotráfico, que incluye a cárteles mexicanos y pandillas albanesas. A través de los puertos de la costa del Pacífico, Ecuador se ha convertido en un importante punto de transbordo de la cocaína que se contrabandea a Europa.
Con regularidad, las noticias presentan decapitaciones, atentados con coches bomba, asesinatos de policías, jóvenes colgados de puentes y niños asesinados a tiros frente a sus casas o escuelas.
Cuando Noboa tome juramento, tendrá un mandato presidencial hasta mayo de 2025. En ese tiempo, será obligado a lidiar con los grupos internacionales que han unido fuerzas con las pandillas de las prisiones en una competencia brutal por el lucrativo mercado de las drogas.
Y con poca experiencia en cargos del gobierno y una Asamblea Nacional fragmentada, los analistas aseguran que será un desafío.
Es posible que le tome mucho tiempo lograr formar una coalición de gobierno, y probablemente esta será ideológicamente incoherente e impredecible, dijo Will Freeman, investigador de Estudios Latinoamericanos en el Consejo de Relaciones Exteriores, un instituto de investigación estadounidense.
Noboa ha intentado superar la polarización entre la izquierda y la derecha durante su campaña electoral. Sin embargo, su elección de compañera de fórmula, Verónica Abad, desconcertó a muchos analistas. Abad es una coach de negocios de derecha que se ha pronunciado en contra del aborto, el feminismo y los derechos de la comunidad LGBTQ, y que ha expresado apoyo por Donald Trump y Jair Bolsonaro, el expresidente de extrema derecha de Brasil.
“Si eso es un indicio”, dijo Freeman, “creo que este gobierno va a ser un verdadero revoltijo”.
Noboa ha prometido detener la violencia, aunque ni él ni González hicieron de la seguridad un tema central de sus campañas.
Ambos candidatos han mencionado que brindarán más fondos a la policía y emplearán al ejército para resguardar los puertos, que se usan para el narcotráfico, y las prisiones, que están bajo el control de pandillas violentas.
Noboa ha propuesto utilizar la tecnología, como drones y sistemas de rastreo satelital, para detener al narcotráfico; sugirió buques prisión como una forma de aislar a los reos más violentos.
Pero los analistas comentan que los dos candidatos han fallado al no priorizar el combate al crimen que ha desestabilizado a Ecuador y lo ha convertido en uno de los países más violentos de América Latina.
El presidente saliente, Guillermo Lasso, convocó a elecciones anticipadas en mayo al enfrentarse a un proceso de destitución por acusaciones de malversación de fondos. Lasso también se ha hecho cada vez más impopular entre los votantes enfadados por la incapacidad del gobierno para hacer frente a la espiral de violencia.
El asesinato en agosto de un candidato presidencial, Fernando Villavicencio, conmocionó a una nación que acudió a las urnas durante la que ha sido quizás la temporada electoral más violenta en su historia.
Además de Villavicencio —quien se expresó abiertamente sobre supuestos vínculos entre el crimen organizado y el gobierno— otros cinco políticos han sido asesinados este año. A principios de este mes, siete hombres acusados de asesinar a Villavicencio fueron hallados muertos en prisión. Estos sucesos solo han agudizado el deseo de cambio de los ecuatorianos.
La probable victoria de Noboa desafía la reciente tendencia de las victorias de la izquierda en otros países de la región, como Colombia, Chile, Brasil y Bolivia, pero se alinea con una incipiente demanda de figuras al margen de la política tradicional en las próximas elecciones argentinas.
González, de 45 años, fue la candidata elegida por Correa, quien dirigió el país de 2007 a 2017. Su estrecha relación con él contribuyó a elevar su perfil político, pero también la perjudicó entre algunos votantes.
En cambio, Noboa, educado en Harvard, proviene de una de las familias más ricas de América Latina, conocida por la mayoría de los ecuatorianos por su imperio bananero, que cuenta con una de las marcas de fruta más conocidas del mundo, Bonita Banana.
Pero los vastos activos de la familia Noboa son variados e incluyen fertilizantes, plásticos, cartón y el complejo de almacenamiento de contenedores más grande del país.
El padre de Noboa se postuló cinco veces a la presidencia sin éxito, pero la carrera política del joven Noboa apenas se remonta a 2021, cuando fue elegido para la Asamblea Nacional de Ecuador.
Noboa se ha calificado a sí mismo como el “presidente del empleo”, hasta el punto de incluir una planilla de solicitud laboral en su sitio web, y ha prometido atraer la inversión y el comercio internacional y reducir los impuestos.
A pesar de su pedigrí familiar, Noboa ha tratado de diferenciarse, señalando que tiene su propio negocio y que su riqueza personal está valorada en menos de un millón de dólares.
Su padre, que perdió contra Correa en 2006, se refirió con frecuencia a su oponente de izquierda como un “diablo comunista”. Pero su hijo ha evitado atacar directamente al “correísmo”, y la victoria del joven Noboa demuestra que los votantes están hartos de las divisiones políticas tradicionales.
Pablo Pérez, de 29 años, ingeniero de datos en la ciudad portuaria de Guayaquil, dijo que votó por Noboa porque “más que todo, él es una persona nueva, que trae cosas nuevas”.
“La otra candidata, en cambio”, dijo Pérez, “representa un gobierno que ya tuvimos en el país y que aunque tuvo sus cosas buenas, tuvo, sobre todo, cosas malas”.
También se sintió atraído por las propuestas en cuanto a seguridad de Noboa.
“Necesitamos que la seguridad mejore inmediatamente, porque no podemos salir a la calle así como estamos”, dijo. “Todos los negocios están cerrados. Hay una sensación de miedo”.
Nelson Ramiro Obando, de 60 años, un trabajador jubilado en Quito, dijo que votó por Noboa por su juventud, su experiencia empresarial y su actuación en uno de los debates, en el que pareció “mucho más preparado”.
“Estamos en riesgo todos los días los ciudadanos”, dijo Obando. “El señor Noboa no va a poder hacer mucho —es apenas un año y medio— pero con que solucione un poco la inseguridad que vivimos, yo estaría más que agradecido”.
Genevieve Glatsky reportó desde Bogotá, Colombia; José María León Cabrera desde Quito, Ecuador, y Thalíe Ponce desde Guayaquil, Ecuador.