Los azulgrana, agarrados a varios retoques de Xavi, la reaparición de Frenkie de Jong y Pedri, y un mejor tono individual, se han metido en octavos de la Champions y ha recuperado el optimismo.
Muy golpeado por la derrota en el Clásico, los tropiezos ligueros contra Granada y Rayo, y la derrota contra el Shakhtar en Hamburgo, el Barça ha firmado en cinco días una resurrección exprés que por momentos no parecía tan sencilla, especialmente cuando Pepé firmó el 0-1 del Oporto el pasado martes en el Lluís Companys. Había mar de fondo en Can Barça, mucho runrún entre bambalinas, algún mal rollo en el vestuario, rumores sobre Xavi, y fotos de Laporta con Rafa Márquez en Palamós. Y, para colmo, la rodilla derecha rota de Gavi. La foto era horrible y amenazaba con consecuencias devastadoras.
A todo eso, una crisis por mucho que dentro del club no quisieran utilizar ese término, se ha levantado el Barça en cinco días. Primero, dándole la vuelta al partido contra el Oporto con los Joãos al mando (clave el gol de Cancelo después de que se adelantasen los dragones) Y luego, con el convincente triunfo de este domingo ante el Atlético de Madrid; 1-0. Aunque los resultados pueden cambiar en un instante, como en la falta de Memphis que salvó angelicalmente Iñaki Peña, nada suele ser casual en el fútbol. Y en el Barça ha habido muchos contribuidores a la recuperación. El primero, su entrenador.
Xavi no ha tocado demasiado, pero sí cosas sencillas que, además, eran conocidas para la plantilla. De momento, ha borrado de la pizarra los dos laterales ofensivos y ha recuperado a los tres centrales, uno de ellos (Araújo o Koundé) haciendo de ‘2′. El movimiento ha asentado defensivamente al equipo. No sólo eso. Le ha permitido recuperar criterio posicional. Se ha visto un equipo que sabía mucho mejor qué quería hacer en los dos últimos partidos. El Barça salió por la izquierda contra el Oporto; y, como allí le estaban esperando, se fue hacia la derecha (Koundé y Raphinha) este domingo.
Pero el técnico no sólo ha tomado decisiones tácticas. También de gestión. Eran días difíciles y ha puesto a los veteranos. El sentido común invitaba a quitarle algo de responsabilidad a los jóvenes (Fermín, Lamine) y encontrar liderazgos fuertes en jugadores como Araújo, Iñigo, Gündogan o el mismo Raphinha, que es un jugador con la piel dura después de muchos años de trayectoria en distintas ligas, y que ha pasado hambre para llegar aquí. Para él ha sido el puesto de extremo derecho. Xavi todavía puede oler qué piensa un futbolista en el vestuario porque salió de él recientemente. Y la cosa invitaba a agarrarse a quien, a día de hoy, puede dar resultados inmediatos. Y esos son los jugadores hechos.
A todo eso, el Barça ha añadido un mejor tono físico y futbolístico de sus jugadores. Una evolución puramente individual. Cancelo se salió contra el Oporto; y João Félix, contra el Atlético de Madrid. Araújo, Iñigo (el martes) y Christensen (domingo) han rendido a satisfacción. La reaparición de Frenkie de Jong, recuperado de su lesión en el tobillo derecho, ha sido determinante. Especialmente, porque ha ido acompañada de cierta recuperación en el tono físico de Pedri, que contra el Atlético de Madrid volvió a ser ese futbolista que, sin estar al cien por cien, mueve a un equipo que sigue su partitura. El neerlandés y el canario tienen el mejor jefe posible en Gündogan, futbolista de jerarquía. Hasta en la portería se ha notado el cambio. Ter Stegen no era el año pasado ni de lejos y el tiempo dio la explicación. Estaba lesionado. Peña está rindiendo mejor que el alemán. Y, en cinco días, la vida se le ha ido arreglando al Barça, que se ha metido en octavos de final de la Champions y, sin ni siquiera tener al mejor Lewandowski, ha vuelto a presentar su candidatura para revalidar el título de Liga. Hace apenas días, soñar con cosas grandes en esas dos competiciones parecía prohibido en el Barça. Pero el fútbol es cuestión de detalles y en todos los de esta semana, Xavi y su grupo han estado muy bien.